Las reacciones ante una lesión cerebral pueden variar. Pueden alejarse de amigos y familiares, enfadarse, comportarse mal o perder interés por la escuela. Los niños necesitan la paciencia y la comprensión de todos durante este periodo de adaptación. Hablar honestamente -y con sensibilidad- sobre lo que ha ocurrido puede ayudar a los niños a comprender y afrontar la situación. Busque la orientación de un profesional de la salud o del personal de asesoramiento del CNS para saber cómo abordar este tema.

Mantener las tareas y actividades en el horario del niño es útil. Fomenta una normalidad con la que están familiarizados. El fútbol, los deberes, las citas para jugar y la limpieza de la habitación son rutinas que pueden centrar a los niños en su vida, sus amigos y sus responsabilidades.

Hable abierta y regularmente entre los miembros de la familia sobre sentimientos, preocupaciones y formas de ayudarse mutuamente a afrontar los nuevos problemas. Mantener líneas abiertas de comunicación con los niños es fundamental, pero la información que se comparta sobre la persona lesionada debe estar orientada a su edad y etapa de desarrollo. Los artículos siguientes ofrecen sugerencias sobre cómo abordar estos retos: